lunes, 27 de noviembre de 2006

EL ADMIRADOR SECRETO

Hoy se cumple un año desde que recibí la última carta de mi admirador secreto.

Poco menos de un año y medio antes yo había recibido su primer regalo. Era una flor y una tarjeta que decía algo así como que yo era la mujer más hermosa y más dulce que había conocido, que él me iba a cuidar, y nada más.

Me la había dejado sobre el bolso en el gimnasio en el cual yo hacía natación por esa época.

Durante algunos días estuve bastante interesada en saber su identidad, y mis sospechas se enfocaron prontamente en la gente equivocada.

Por otra parte tenía la certeza de que debía ser alguien del gimnasio, sin embargo el segundo regalo, otra vez una flor y una tarjeta, me la dejaron en la recepción de la Alianza Francesa. Eso ya empezó a asustarme porque era alguien que conocía bastante bien mis movimientos.

Esos días estuve bastante paranoica y hasta hice algunos llamados telefónicos desafortunados a gente que no estaba ni enterada de la situación.

Una semana después en el buzón del edificio encontré una carta donde nuevamente me decía que yo era lo más hermoso que había visto en su vida, y que no podía quitarme de su mente, ni de su corazón.

Esa vez sentí miedo realmente. No quería salir de casa, empecé a cerrar las ventanas, todos los ruidos me sobresaltaban y buscaba excusas para que la gente me acompañara a todas partes. Al final se lo comenté a mi familia quienes se preocuparon mucho más de la cuenta y hasta hablaron de hacer la denuncia.

Yo les dije que no, que todavía no era necesario porque no me había hecho nada.

Sin embargo unos días después hallé bajo la puerta de mi departamento otra carta donde me decía que cada vez estábamos más cerca y que no tenía que tenerle miedo porque él me iba a proteger para siempre.

Mi papá hizo la denuncia. La policía me pidió las cartas (nunca me las devolvieron) y me dijeron que no había ningún delito.

Lo peor ocurrió semanas después cuando apareció una caja en el balcón de mi departamento con un conjuntito de ropa interior rojo y otra carta hablando de que no tendría que haberle avisado a la policía porque lo único que él quería era estar conmigo, criar una familia, y hacer el amor todas las noches.

Me mudé a la casa de mis padres y casi dejé de salir a la calle excepto en el auto y con mi papá.

Hace hoy justamente un año que mientras vaciaba los bolsillos del pantalón que tenía puesto para colocarlo en el lavarropas encontré su última carta. Esa no la entregué a la policía y desde entonces la conservo.
No sé que fue lo que hice mal, no sé cómo puede haberte asustado queriendo solo enamorarte. Estas líneas son la sincera despedida de alguien que estuvo tan, tan cerca tuyo que no lo podrías imaginar. Nunca más sabrás de mí, podés regresar a tu vida, a tus amigos y a tu casa con la seguridad de que ya nadie te cuida a cada instante, que ya nadie va a poner el cuerpo delante de la bala con tu nombre.”

A la mañana siguiente regresé a mi casa y efectivamente nunca más supe nada de él.
Sin embargo, y por algún motivo extraño, desde entonces me siento mucho más sola.