lunes, 24 de julio de 2006

PROMESAS DE MUERTE

El sábado salimos con Heidi y Romi. Romi estaba destruida porque Marcos la había dejado por teléfono y encima por una minita amiga de los dos que se venía haciendo la gata con él desde hacía mucho tiempo.
Romi empezó a tomar tequila y en un momento que volvió del baño nos dijo algo que en ese momento y por ninguna razón nos pareció muy creíble. “Lo voy a matar a Marcos”
Lo que siguió a esa frase fue una interminable conversación entre las tres y los nueve tequilas sobre la poca importancia de cualquier hombre teniendo en cuenta la cantidad que hay. Esta conversación fue interrumpida miles de veces por tipos que se acercaban a decir pelotudeces a los que uno a uno y sin excepción Romina fue rechazando tras besarlos en la boca y decirles que los odiaba.

Esos besos eran generalmente mal interpretados y los imbéciles se querían quedar, entonces tenía que mediar yo con mi habitual claridad para decir las cosas que hay que decir, y ponerles el cuerpo.

Heidi fue la primera en bajarse del taxi, quedamos Romi y yo. Cuando ella se bajó muy borracha y tardando mucho en acertarle a la cerradura de su edificio me recordó: “Acordate que lo voy a matar”
Esperamos con el taxista a que ella entrara y luego fuimos hasta mi depto. Estaba por pagarle cuando el tipo se da vuelta y me dice “Piba, no te cobro el viaje si me invitás a subir”

Ni lo pensé, le dije que si, guardé la plata en la cartera, me bajé, el tipo estacionó a gran velocidad, pero no la suficiente como para evitar que yo entrara y cerrara con llave. Se quedó golpeando la puerta del edificio y sus gritos se escuchaban desde el ascensor. “Hija de puta, sé dónde vivís, puta, puta de mierda”