sábado, 22 de julio de 2006

MENSAJE EN UNA BOTELLA

Los mensajecitos por celular cambiaron mi modo de vida.
Ayer eran las tres y media de la mañana, yo estaba tirada en el sillón con pijama y pantuflas sosteniendo Anato 2 con la poca fuerza que me podía quedar a esa hora cuando “pin pirín pin pin pin piiiiiiin pirin piiiin” USTED TIENE UN MENSAJE. (quisiera que me tuteara y que sepa que si me vuelve a asustar lo meto en la licuadora).
“tas dormida?”
Juan Carlos, el tipo más lindo del 2005. Con un noviazgo de muebles comprados y ocho años de antigüedad.
Lo primero que pensé es que había terminado con la tremenda perra y se había acordado de la buena gente que una es.
Tres mensajes después de ida y vuelta (yo ya estaba cambiada, los últimos dos mensajes los escribí el baño) sonó el portero. Bajé porque si lo hacía subir iba a sospechar que estaba muy ansiosa. Aparte estaba cerrado y no le iba a tirar la llave por el balcón.
Fuimos a tomar unos tragos al mismo lugar dónde nos habíamos conocido durante el cumpleaños de un amigo común.
Tardó solo siete minutos en decirme que seguía de novio pero que como su novia estaba en la casa de sus padres en San Nicolás se acordó de mí para charlar un rato.
Eran las siete de la mañana cuando volví a abrir el libro de Anato 2 con la poca fuerza que me podía quedar a esa hora.