viernes, 13 de octubre de 2006

NO LLAMAR JAMÁS

Ayer mientras corría, como lo hago dos veces por semana en un conocido parque que hay por acá, encontré una billetera tirada, sin documentos, sin tarjetas, con doce pesos, un dólar de la suerte, y un papelito con un número telefónico bajo la siguiente inscripción: “NO LLAMAR JAMÁS”. Lo que pasó después superó mis expectativas.

Volví a mi casa, de camino gasté casi todo el dinero en agua mineral, galletitas, chocolates, y un atado de cigarrillos. Dejé de fumar pero compro igual que cuando fumaba aunque ahora no los abro, tengo casi cien paquetes sin abrir y cada día lamento ese dinero perdido, cuando ya no compre más y deje de malgastar esa plata, seré definitivamente una ex fumadora. Lo bauticé el Método Gatubellita, pueden usarlo.

De cuero marrón, gastada y sin fotos, la billetera pertenecía sin dudas a un hombre.

La dejé sobre la alfombra y mientras me bañaba pensaba si debía llamar a ese número o quedarme con la duda para siempre y perderme una posible anécdota.

La curiosidad mató al gato una vez más.

El problema era que no sabía el nombre del dueño de la billetera como para dar alguna explicación si me preguntaban.

Por lo tanto estuve dudando hasta que se hicieron las nueve de la noche (hora en la cual uno siempre toma decisiones equivocadas) agarré el teléfono, me tiré en la alfombra y disqué el número prohibido en lugar de seguir pensando.

Sonó dos o tres veces hasta que atendió una mujer con voz distraída.

- Hola
- Hola
- ¿Quién habla?
- Bueno… - casi le digo la verdad - sé que a este teléfono no debo llamar jamás, sin embargo esta noche lluviosa he sentido la necesidad de hacerlo.
- … - silencio del otro lado -
- No quisiera que me cortes, ni que me trates mal… solamente quiero que me recuerdes una cosa: ¿Por qué no se debe llamar jamás a este número?

La mujer hizo unos largos segundos de silencio pero se notaba que continuaba oyendo del otro lado de la línea, luego suspiró profundamente y se dispuso a responderme.

- Mirá, nena, mi vida ya no es la misma, me junté, tengo una hija, y ya no trabajo más de esto, pero bueno, te lo hago bajito porque la beba está durmiendo, no te cobro, y como le vengo diciendo a todo el mundo te lo digo a vos también: No me llames más y anotatelo en algún lado así no te olvidás lo pajera y pelotuda que sos.

Acto seguido comenzó a gemir durante casi cinco minutos hasta que cortó.