martes, 8 de agosto de 2006

PIJAMA PARTY

El domingo a la noche hicimos el postergadísimo pijama party con las chicas. Ya sé que estamos un poco grandes pero hay algo de despedida en esas reuniones que nos encanta. Cada una de esas noches tiene la particularidad de parecer ser la última; suenan a que el mundo tiene razón y que ya estamos grandes, que ya es hora de quedarnos sin amigas como todas, de tener hijos parecidos a un marido conservador, y de buscar afanosamente estupideces para lograr que el tiempo no pase tan en vano.

El domingo estábamos, Heidi, Romi, Carolina, una amiga de Carolina que conocimos ahí y que se llama Andrea, y yo. Faltó Mumu porque está peleada con Heidi y ninguna de las dos tiene razón.

Esto empezó porque en una época todas teníamos novios amigos entre sí que se juntaban a ver fútbol los domingos, por lo tanto nosotras nos empezamos a juntar también en la casa de alguna a hacer pijamas partys.
Luego los novios se fueron, o murieron, a algunos nos los intercambiamos, y finalmente quedó solo la costumbre de hacer estas reuniones sin recordar el origen.

Benja dijo que se iba a ir, pero no se fue, y las chicas estaban encantadas con él, y con su triste historia (la cual contó enseguida) sobre que su novia lo había echado de su casa porque ella no gozaba en las relaciones sexuales.

En un momento miré la situación con perspectiva y lo vi a Benja como un rey tirado en los colchones del suelo entre almohadones y rodeado de cinco mujeres casi desnudas (es que ya no usamos los pijamas de los 15, la amiga de Carolina y Heidi estaban en bombacha y corpiño, yo tenía un bobito azul que uso para dormir, Romi sí tenía un pijama infantil de invierno y Carolina un camisoncito transparente sin corpiño). Benja había ganado de pronto una seguridad que no le conocía, hablaba como una víctima aplomada y brindaba con cualquiera que dijera algo que él compartía. “Desde esta noche soy el nuevo Benja” me dijo al oído en un momento y luego me besó la frente.
Yo pensé en ese momento supe que no tenía idea de lo que podía pasarle.
Por primera vez en muchas reuniones el café se postergó indefinidamente y solo bebimos champagne al principio y licor de chocolate después. A las tres de la mañana una de las chicas se levantó, puso un disco de Miles Davis, y apagó la luz.